La lucha entre Aguirre y Gallardón tuvo un precedente en Betanzos con Faraldo y de la Fuente en esos mismos papeles de derechona intransigente y derecha dialogante respectivamente. Dicen que el autoritarismo de ella y la oposición frontal a la peatonalización del conjunto monumental jugaron mucho a favor de la deserción de él, que malas lenguas califican como coyuntural y temporal.
De la Fuente entró en el PP faraldiano al tiempo que los restos de la UCD se integraban definitivamente en el PP y a rebufo de la entrada triunfal del hijo de Adolfo Suárez en el PP manchego. Era el fichaje centrista y moderado que precisaban los conservadores para el medre y lo metieron de tercero en la candidatura. Con todo, el único parecido de un de la Fuente con un Suárez era el paso por la UCD del padre y por el PP del hijo. El niño ciclista que dolorosamente tuvo que reciclarse en estanquero para atender el negocio familiar aguantó estoicamente la línea dura que Faraldo marcaba. Discrepó donde debía hacerlo hasta que no pudo más y tiró la toalla. Cosechó apoyos de todo tipo en aquel momento, gente que le daba la razón y gente que lo apoyaba por afear a Faraldo. Entre ellos el poderoso, entonces, conselleiro Pita, cuya sombra desde entonces se proyecta en cuanto de la Fuente hace.
Súpose a los pocos días de hacerse pública su renuncia que ya andaba preparando su retorno al consistorio con una agrupación de corte independiente. Desde luego, la perpetuidad transitoria de Lagares, el cogobierno con el BNG y la más que previsible segunda parte y el extremismo del PP le abonaron el campo y no fue tampoco de extrañar el éxito cosechado. Insisten muchos en la imagen dada en todo este tiempo por nuestro hombre de ciudadano de polis de la antigua Grecia, dedicado él a la política mientras siervos y empleados trabajan por él. Es más, sambenitos como señorito y niño de papá no fueron infrecuentes para glosar las andanzas del político profesional por antonomasia de la Betanzos actual, con una ruta perfectamente diseñada y diaria para parar y departir aquí y allá, frotar esta y aquella espalda y sobre todo que se vea. A lo que, de hecho, contribuye, y bien, su notable estatura y complexión física, su prominente y característica nariz y su andar gallináceo, balanceando la cabeza y girándola constantemente y para todos lados. Por eso todo dieron en llamarle pavo algunos en lo que otros lo hicieron sucesor del título de doña Rogelia que ostentara su padre en tiempos.
Contaba él ya con la reacción que el apoyo de su grupo al PP iba a generar, mas hízolo de igual modo bajo la premisa de controlar la acción del gobierno presidido por Faraldo, otrora denosatada. Muchos se declararon entonces engañados por nuestro hombre, del que decían jurárales no apoyar a la Faraldo. Otros le echaron en cara el asunto del cine donde vuelve a aparecer Jaime Pita y provoca nuevamente la especulación en torno a la relación política que une a ambos. Cuestión que si ya traía cola en la génesis del asunto, cuando se vio a gente de Pita en la candidatura y campaña de Javier dio aún más que hablar y que alcanzó su apoteosis con un Jaime Pita desaforado loando encendidamente las cualidades de Javier un domingo de mayo al pie de las escaleras de su cine, en plena plaza del Campo.
Es Javier de la Fuente el enésimo ejemplo del popular que abandona por un tiempo el barco para volver en loor de multitudes o tan sólo es un converso que no reúne aún el coraje suficiente para apostatar definitivamente de su antiguo credo. El perfil, necesariamente, tendrá que actualizarse.
De la Fuente entró en el PP faraldiano al tiempo que los restos de la UCD se integraban definitivamente en el PP y a rebufo de la entrada triunfal del hijo de Adolfo Suárez en el PP manchego. Era el fichaje centrista y moderado que precisaban los conservadores para el medre y lo metieron de tercero en la candidatura. Con todo, el único parecido de un de la Fuente con un Suárez era el paso por la UCD del padre y por el PP del hijo. El niño ciclista que dolorosamente tuvo que reciclarse en estanquero para atender el negocio familiar aguantó estoicamente la línea dura que Faraldo marcaba. Discrepó donde debía hacerlo hasta que no pudo más y tiró la toalla. Cosechó apoyos de todo tipo en aquel momento, gente que le daba la razón y gente que lo apoyaba por afear a Faraldo. Entre ellos el poderoso, entonces, conselleiro Pita, cuya sombra desde entonces se proyecta en cuanto de la Fuente hace.
Súpose a los pocos días de hacerse pública su renuncia que ya andaba preparando su retorno al consistorio con una agrupación de corte independiente. Desde luego, la perpetuidad transitoria de Lagares, el cogobierno con el BNG y la más que previsible segunda parte y el extremismo del PP le abonaron el campo y no fue tampoco de extrañar el éxito cosechado. Insisten muchos en la imagen dada en todo este tiempo por nuestro hombre de ciudadano de polis de la antigua Grecia, dedicado él a la política mientras siervos y empleados trabajan por él. Es más, sambenitos como señorito y niño de papá no fueron infrecuentes para glosar las andanzas del político profesional por antonomasia de la Betanzos actual, con una ruta perfectamente diseñada y diaria para parar y departir aquí y allá, frotar esta y aquella espalda y sobre todo que se vea. A lo que, de hecho, contribuye, y bien, su notable estatura y complexión física, su prominente y característica nariz y su andar gallináceo, balanceando la cabeza y girándola constantemente y para todos lados. Por eso todo dieron en llamarle pavo algunos en lo que otros lo hicieron sucesor del título de doña Rogelia que ostentara su padre en tiempos.
Contaba él ya con la reacción que el apoyo de su grupo al PP iba a generar, mas hízolo de igual modo bajo la premisa de controlar la acción del gobierno presidido por Faraldo, otrora denosatada. Muchos se declararon entonces engañados por nuestro hombre, del que decían jurárales no apoyar a la Faraldo. Otros le echaron en cara el asunto del cine donde vuelve a aparecer Jaime Pita y provoca nuevamente la especulación en torno a la relación política que une a ambos. Cuestión que si ya traía cola en la génesis del asunto, cuando se vio a gente de Pita en la candidatura y campaña de Javier dio aún más que hablar y que alcanzó su apoteosis con un Jaime Pita desaforado loando encendidamente las cualidades de Javier un domingo de mayo al pie de las escaleras de su cine, en plena plaza del Campo.
Es Javier de la Fuente el enésimo ejemplo del popular que abandona por un tiempo el barco para volver en loor de multitudes o tan sólo es un converso que no reúne aún el coraje suficiente para apostatar definitivamente de su antiguo credo. El perfil, necesariamente, tendrá que actualizarse.