En el Liceo, despacho de la Alcaldía, Manuel Lagares mantiene consultas con los portavoces de los distintos grupos para organizar el Pleno de investidura, al que por primera vez llega con la incertidumbre de no saber si va a revalidar una vez más como alcalde. En este momento, Manuel Lagares está charlando animadamente con el que fue su teniente de alcalde los últimos años, el nacionalista Andrés Otero.
M.L. ¡Vaya escenario el de ahora!
A.O. Complicado e cheo de negociacións.
M.L. No sé cómo acabará la cosa.
A.O. Na nosa man xa non está dende logo.
M.L. La derecha busca una disculpa para pactar.
A.O. Supoño.
M.L. El otro día el Mejuto este vino aquí a insultarme y exigirme el acta y la de Antonio.
A.O. ¿Cómo?- alzando una ceja.
M.L. Como lo oyes, un chantaje intolerable. Y sin educación ni nada, entrando a matar, sin dar unos pases antes ni nada.
A.O. Bueno, tí sempre sobreactuaches no papel institucional ese que tanto che gusta. ¿Non pretenderás ser o presidente do Parlamento ou algo así non?
M.L. ¡Qué va!
A.O. ¿Pero non expuxeron prioridades de goberno ou áreas que queiran levar? ¿Nen insinuaron que queren a Alcaldía para De La Fuente?
M.L. Nada.- con un toque de amargor en la voz.- Con vosotros fue distinto, se podía hablar. Sabíais lo que queríais.
A.O. O noso programa.
M.L. Un gobierno de izquierdas.
Las miradas se cruzan en silencio con un brillo especial. Ninguno quiere romper la magia del momento. Lagares se levanta. Otero lo sigue. Le tiende la mano. Se la coge. “Sito” musita Lagares. “Manolo” le dice Otero. Se abrazan en silencio.
A.O. Eran outros tempos, Manolo.- desde la puerta a modo de despedida.
“Eran outros tempos” repite Lagares con la mirada perdida.
Al día siguiente, la prensa recogía que en su reunión, Manuel Lagares y Andrés Otero habían coincidido en lo inadmisible que resultaba el chantaje de los independientes.
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